La combinación entre el vocablo latino serĭcum y el
francés graphie derivó en séricigraphie y luego en sérigraphie.
El concepto llegó a nuestra lengua como serigrafía,
un término que hace referencia a un cierto proceso que permite estampar un
tejido mediante el uso de tinta y una malla.
La serigrafía es un procedimiento de impresión que consiste en el paso de
la tinta a través de una plantilla que sirve de enmascaramiento, unida a una
trama tensada en un bastidor. Desde este planteamiento, siempre se ha pensado
que el origen de la serigrafía es el estarcido, es decir, la impresión de
dibujos o imágenes, elementos decorativos, letras, etc., dibujados previamente
sobre una plantilla que, colocada sobre una superficie, permite el paso de la
pintura o tinta a través de las partes vaciadas, pasando por encima una brocha,
rodillo o racleta; por lo tanto, es un método de impresión que
posibilita reproducir una imagen sobre diferentes tipos de material sin que se pierda calidad pese a
las repeticiones del estampado.
En aquellas zonas donde no se debe estampar, un barniz bloquea
el paso de la tinta. En el resto del dibujo, se ejerce
presión sobre la malla tensada para que imprima la superficie que se
desea estampar.
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